
El sábado pasado, volví a experimentar esas sensaciones casi olvidadas, pero que una vez, hace bastantes años viví y que recuerdo con nostalgia.
Era una noche preciosa, casi perfecta. Nos volvimos a encontrar, como todos los años en verano. No como antes que nos pasábamos los tres meses de vacaciones compartiendo juegos e ilusiones. Después de los formalismos de rigor comenzamos a hablar de cosas sin importancia, a comentar, a recordar tiempos pasados que no fueron mejor. Poco a poco la gente abandono la terraza y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos prácticamente solos. La noche presentaba dos opciones o irse a la verbena del pueblo de al lado que era el sitio al que habían emigrado casi la totalidad de la gente o irse a dormir. Creo que a ninguno de los dos nos apetecía zambullirnos en la vorágine que suponen unas fiestas de un pueblo castellano, pero tampoco queríamos dormir la fantástica noche que hacia. Aguantamos un ratito mas hasta que cerraron el bar y se marcharon los últimos y no se quien lo propuso o como surgió, pero aparecimos como muchas noches de verano hace algunos años, sentados al borde de un mar en calma (En este caso era un pantano), con la brisa acariciándonos la cara y la luna casi llena reflejada en el agua iluminando la negrura de la noche. No se el tiempo que permanecimos allí, juntos muy juntos, casi pegados, al principio comentamos algo, pero poco a poco los silencios fueron ocupando los espacios y la paz invadiendo los cuerpos. Nadie hablaba, no hacia falta, su aroma invadía el ambiente, el momento era sublime, de esos en los que querrías que se parase el mundo. De pronto cuando se escuchaba de fondo en el autorradio la guitarra de Carlos Santana (creo que era Europa), sus ojos negros buscan detrás de mis gafas y dijo.
- Tengo frió. Frió me quede yo.
Esperaba otra cosa. Rápidamente me recupere y reaccione. Me percate que efectivamente comenzaba a ha hacer cierto relente las opciones que baraje fueron dos, bueno tres:
1ª - No te preocupes.- recogerla entre mis brazos y atraerla hacia mí para abrazarla fuertemente como nunca me atreví hacer.
2ª Buscar algo para protegernos del frió.
3ª Marcharnos.
¿Cuál fue mi reacción?
Yo Chulito Camacho, macho machote dije.
- No te preocupes.- y me encamine hacia el coche para traer un jersey de algodón que había traído en previsión por si iba a las fiestas y regresaba tarde.
Todavía continuamos un rato mas mirando las musarañas en silencio, Pero después de lo del jersey las sensaciones no fueron las mismas, mucha culpa por la temperatura que comenzaba a congelarme los huesos y mi imaginación no se prestaba a sutilezas.
Hace algunos días vi la película “Tu vida en 65 minutos” de Maria Ripoli fenomenal película por otra parte muy recomendable, de unos actores noveles y con una directora avezada que trabaja mas fuera que dentro de España con películas como “Tortilla Soup” en Los Angeles o “Lluvia en los zapatos” en Londres. Es un sleeper o sea una peli pequeña que acaba triunfando gracias al boca oreja. Como “Krámpak”, que también tenia adolescentes como protagonistas y fue la sorpresa de taquilla en el 2000.
Bueno ciñéndonos al tema, que me voy por las ramas. En la peli a parte de un montón de confusiones y coincidencias el protagonista se enamora a primera vista de una chica, un amor de esos que solo existen en el cine, y tiene un momento sublime, álgido cuando los dos pasan el tiempo mirando la lavadora como gira, es el momento cumbre de el amor entre los dos, el chico entiende que nada en la vida puede superar ese instante y no sigo por si la queréis ver.
El otro día en los Simpson Lisa Simpson se enamora platónicamente de Nelson Muntz el gamberro de la pandilla y se dan el primer beso de su vida, la cosa no acaba muy bien pero pasan momentos muy felices, sobre todo el momento beso.